¡Basta de robos en la factura de la luz!

Los colombianos somos gente trabajadora, alegre, resistente, que enfrentamos una injusticia silenciosa pero feroz: el aumento impagable de las tarifas de energía, mientras el servicio que reciben es cada vez más precario. Familias enteras sometidas a cortes constantes, pequeños negocios ahogados facturas millonarias, vidas limitadas por decisiones que no tomaron, pero que los castigan cada mes.

 

No es justo. No puede ser normal tener que elegir entre pagar la luz o comer. Entre tener energía o pagar el arriendo. No puede ser que una fórmula tarifaria construida para beneficiar a los poderosos siga condenando al pueblo a la exclusión.

 

Por eso decidí salir del Congreso y recorrer el Caribe. He estado en calles, barrios, veredas. He escuchado los relatos de madres desesperadas, de adultos mayores que lloran por no poder sostener su hogar, de jóvenes que se preguntan si la esperanza aún tiene lugar en este país. Pero también he sentido la fuerza de un pueblo que no se rinde, que se alegra cuando ve que hay quien lo defiende, que lucha con él codo a codo y no desde arriba.

 

Yo no llegué al Congreso a resignarme. Vine a actuar. Por eso recorro cada rincón del Caribe promoviendo una acción popular para que un juez obligue a las empresas de energía a aplicar una fórmula tarifaria más justa, que alivie el bolsillo de la gente y que deje de premiar la ineficiencia.

 

Esta lucha no es mía: es del pueblo. Y quiero que sepas que no estás solo. Que hay esperanza. Que vamos a seguir caminando juntos hasta que encender una luz no sea un privilegio, sino un derecho garantizado para todos.